La quinta temporada de Stranger Things llegó con su primer volumen cargado de revelaciones que dejaron a los fans con el ojo cuadrado: poderes ocultos de Will, los siniestros planes de Vecna para expandir su mente colmena y hasta el uso de 008 como arma militar.
Pero entre tantas bombas informativas, un detalle del cuarto episodio pasó casi de puntitas… aunque podría ser una de las claves más grandes del final.
En esta parte, Max —todavía atrapada en la mente de Vecna— intenta huir revisando recuerdos ajenos mientras suena, por supuesto, Running Up That Hill. En ese caos de memorias termina por error en 1959, en el instituto de Hawkins, donde se encuentra con versiones adolescentes de personajes que ya conocemos.
La joven Joyce, por ejemplo, repartiéndole un flyer de una obra teatral al papá de Steve Harrington, quien lo lanza a la basura con cero remordimiento.
Pero ese simple papel escondía algo enorme. Al abrirlo, Max descubre que en la obra Oklahoma participaban Henry Creel, Jim Hopper, Karen Childress y Ted Wheeler. Hasta ahí, todo raro pero normal para Hawkins. Lo realmente impactante es la fecha del evento: 6 de noviembre. ¿Te suena? Exacto, el mismo día en que Will Byers desapareció en 1983. Y como dijo Lucas esta temporada: “Ya no creo que nada sea coincidencia”.
Este guiño encendió teorías de todos los calibres sobre el papel de Joyce en el final. Desde las más descabelladas —como que Vecna podría ser el padre de Will— hasta otras más realistas, que señalan que ella podría ser una pieza clave (o una futura víctima). Lo cierto es que el villano, en el último episodio, evitó matarla: solo la apartó de un golpe y mandó Demogorgones a eliminar a Mike, Lucas y Robin… pero a Joyce no la tocó más.
¿Coincidencia? En Hawkins, eso ya es palabra prohibida. Fans y conspiranoicos están listos: se viene un final que, muy probablemente, conectará más piezas de las que imaginamos.