En el Día del Cambio ¿Cómo te defines? ¿Qué hace cambiar tu vida?


En una entrevista sin rodeos como solo sabe hacerla, Gerardo Alcázar —el CEO de RCN Media— se sentó a conversar con el empresario José González Campo en el marco del «Día del Cambio», y lo que salió de ahí fue como una buena canción: directa, con introspección y un buen riff de crítica social. El tema: las “inconsistencias culturales” que nos definen como guatemaltecos.

Sí, así como lo leés. Somos el país donde un día estamos cantando «que viva Guate» a todo pulmón, y al otro decimos “nada sirve aquí” mientras avanzamos a vuelta de rueda en el tráfico. Esa bipolaridad emocional no es solo un meme, es casi un estilo de vida.

“Si nos quejamos de todo, pero también somos muy alegres, tenemos unas inconsistencias culturales raras”, soltó González Campo, como quien lanza una línea en medio de un solo de guitarra. Y tiene razón.

De ídolos a villanos en 90 minutos

El ejemplo fue claro: la selección nacional mete un gol y somos la octava maravilla. Nos meten dos y todo está perdido. Pero media hora después estamos otra vez en el mood «¡Vamos Guate!», como si no hubiera pasado nada.

Es esa montaña rusa emocional la que, según González Campo, nos hace difícil sostener esfuerzos a largo plazo. Y es que así como no se arma una banda legendaria sin ensayo, disciplina y constancia, tampoco se construye un país solo con entusiasmo de viernes.

Solidarios… pero solo cuando tiembla

Otro riff interesante: la solidaridad guatemalteca aparece como magia en cada emergencia. Terremoto, volcán, tragedia: ahí estamos, todos rockstars de la ayuda. Pero cuando todo está “tranqui”, esa energía se evapora como una banda que solo se reúne para el tributo anual.

“¿Qué pasaría si tuviéramos esa misma actitud para hacer las cosas bien cuando no hay problema?”, pregunta González Campo, como si nos dejara pensando entre una canción de Soda Stereo y una de Malacates.

Amor a Guate (cuando estamos lejos)

Y claro, cuando viajamos al extranjero, pasa algo curioso: de pronto, Guatemala no está tan mal. Hasta el tráfico se extraña. Pero eso dura lo que una balada en acústico. Al regresar, volvemos al estribillo favorito: “Este país ya no tiene arreglo”.

Alcázar lo resume con humor: en el extranjero nos reconocemos por estar parados con la pierna recostada en la pared o por ser el grupo que más dice malas palabras. ¿Quién no ha visto eso en un aeropuerto?

Queremos cambio, pero a mi manera

Tal vez la línea más potente de toda la entrevista fue esta:

“Todos queremos cambiar, pero cada quien lo quiere hacer a su forma y sin respetar que hay otras formas de verlo”.

Ahí está el verdadero reto. No basta con querer un nuevo disco, hay que estar dispuesto a componerlo juntos. Y eso implica tolerancia, respeto y sí, mucho más ensayo colectivo.

¿Y entonces? ¿Nos vamos a seguir quejando o vamos a empezar a afinar los instrumentos?

Esta nota no es un regaño. Es más bien ese amigo que, entre risas, te dice las verdades de frente. Porque entender nuestras contradicciones es el primer paso para convertirlas en fuerza creativa.

Guatemala tiene talento, tiene energía, tiene pasión. Lo que falta es ponernos de acuerdo en el ritmo y dejar de tocar cada quien su solo sin escuchar a los demás.

Como decía un viejo rockero guatemalteco: «No se trata de cambiar el mundo en un solo grito, pero sí de hacer ruido con propósito».