Foo Fighters cumple 30 años y Dave Grohl lo cuenta todo (hasta el fantasma en su casa)


Todo comenzó con un pavo, una Ouija y un aguacero de esos que solo pasan en Seattle. Era el 24 de noviembre de 1994, Día de Acción de Gracias, y Dave Grohl preparaba una cena en su casa sin saber que, horas más tarde, conocería a Nate Mendel… y que, entre risas, vino y olor a lluvia, estarían dando los primeros acordes de lo que se convertiría en Foo Fighters.

Sí, así de surrealista fue el nacimiento de la banda: había invitados nuevos, platos rebosantes y un momento de “¿hay un fantasma aquí?” con tablero Ouija incluido. (Spoiler: el tablero dijo que sí.

Y Grohl lo guardó inmediatamente en el clóset). Pero esa noche no era para espantar, era para celebrar. Y vaya que celebraron: de ahí salió la idea de formar una nueva banda con Pat Smear y William Goldsmith.

Lo demás es historia… y una llena de anécdotas que parecen de road movie. Su primera van fue una Dodge RAM llamada “Big Red Delicious”, tan sudada y caótica que llegaron a crecer hongos entre las camisetas apiladas.

De ahí partieron a su primera gira con Mike Watt, como si fuera un salto bungee musical, sin saber si el cable aguantaría. Pero aguantó. Y lo siguieron haciendo, una y otra vez.

Foo Fighters no nació como un plan maestro. Nació como una excusa para seguir tocando, para escapar de la adultez, para vivir. Y con el tiempo, esa excusa se volvió razón.

Con más discos, más miembros (Chris Shiflett, Rami Jaffee, Taylor Hawkins), y más kilómetros recorridos, la banda fue encontrando algo más grande que el rock: una familia.

En su mensaje por los 30 años, Grohl recuerda a Taylor Hawkins con cariño eterno. “Tu nombre se dice todos los días”, escribe. Y deja claro que Foo Fighters jamás tocará una nota sin que Taylor esté presente, de alguna manera.

Como si fuera poco, lanzaron una canción nueva: “Today’s Song”, un tema que habla de cambio, dolor, memoria y seguir adelante. Porque si algo han aprendido estos años es que crecer duele, pero es necesario. Como el cuento del “Lobster y el rabino” que Grohl menciona: a veces hay que romper el caparazón para poder crecer.

Foo Fighters lleva tres décadas haciendo eso: romper, reconstruir, reinventar. Siguen en movimiento, con manos al volante, sabiendo que el viaje importa más que el destino. Y como bien dice Dave: “Lo que comenzó como una excusa… ahora es nuestra vida”.

¡Y que sean muchos años más de locura, gritos y buen rock!