Rock y goles: cuando Inglaterra toca la guitarra y patea el balón


En Inglaterra, la música y el fútbol no solo coexisten, sino que se entrelazan en una pasión que corre por las venas de cada barrio, estadio y club. Allí, un riff de guitarra puede sonar tan fuerte como el grito de un gol, y una balada psicodélica acompaña la celebración o el desahogo de miles de aficionados.

Este vínculo es tan fuerte que las grandes bandas británicas no solo llenan estadios, sino que también son fieles seguidores de sus equipos. La relación entre la música y el fútbol se convierte en un fenómeno cultural que define identidades y tradiciones.

Por ejemplo, en Manchester, los Gallagher de Oasis son embajadores del Manchester City, mientras que The Stone Roses y Joy Division se declaran fans del histórico Manchester United. En Liverpool, la conexión es casi inseparable, con The Beatles y Gerry and the Pacemakers como parte del ADN rojo.

Pero la relación va mucho más allá del Big Six. Bandas como Pink Floyd, seguidores del Arsenal, o The Rolling Stones, vinculados con Chelsea, muestran cómo la música atraviesa generaciones y rincones. Desde Adele, fanática de los Tottenham Hotspur, hasta leyendas del rock como Ozzy Osbourne y Robert Plant, que apoyan a equipos como Aston Villa y Wolverhampton, respectivamente, la pasión musical se mezcla con la devoción futbolera.

En Reino Unido, cambiar de peinado o de banda es común, pero cambiar de equipo es casi imposible. Es una religión que une a millones y que se expresa tanto en el escenario como en la tribuna, donde la guitarra y el balón comparten el mismo grito de batalla.

Como decía Lemmy Kilmister, vocalista de Motörhead: “El rock es demasiado grande para morir, igual que la pasión por el balón.”