El estornudo es mucho más que un “¡achís!” inesperado: en realidad, es un reflejo de protección que tu cuerpo activa cuando algo irrita la mucosa nasal (ese delicado tejido que recubre el interior de tu nariz).
Su misión es clara: limpiar las vías respiratorias de intrusos como polvo, polen o hasta ese chile demasiado picante que te pasaste de valiente. 🌶️👃
Pero ojo: aunque es un mecanismo útil, también puede convertirse en una autopista de gérmenes cuando estás enfermo. ¡Un solo estornudo lanza al aire unas 20.000 gotitas con más de 100.000 microbios! De hecho, libera hasta 6,6 veces más partículas que un simple acceso de tos. 😱
🌟 LAS CLAVES DEL ESTORNUDO
El cerebro detecta la irritación en la nariz.
Envía la orden de contracción a varios músculos, desde el esófago hasta el esfínter.
Y en milésimas de segundo… ¡boom!, sale disparado el aire con toda la fuerza de tus pulmones.
Por eso, lo mejor es no reprimirlo, ya que hacerlo puede traer consecuencias incómodas (y hasta peligrosas). Mejor estornuda con confianza, cúbrete con el codo o un pañuelo, y deja que tu cuerpo cumpla su misión natural.
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