Vamos a hablar claro: sí, muchas personas fingen orgasmos. Y no, no siempre es por malicia o drama de telenovela. A veces es por pena, otras por cariño, por cansancio… ¡y en más casos de los que te imaginas, simplemente por no romper el momento! Pero ¿vale la pena fingir? ¿Y qué pasa cuando lo hacemos?
El “Oscar sexual”: más común de lo que crees
Según estudios, una gran parte de las mujeres (y también algunos hombres) han fingido al menos una vez.
¿El motivo? No siempre es el mismo: algunas personas lo hacen porque creen que “así se termina más rápido”, otras por no herir sentimientos, y otras tantas porque, aceptémoslo, se sienten en una escena de película y les sale el personaje.
Fingir no es igual a disfrutar
Aquí viene lo importante: fingir placer no significa que lo estés sintiendo. Y aunque no es un crimen, hacerlo de forma constante puede traer consecuencias, sobre todo en la comunicación con tu pareja.
Si siempre dices “todo bien, increíble, lo mejor que me ha pasado” cuando en realidad estás pensando en qué vas a cenar… bueno, ahí hay un problemita.
@victorcanelo El blanquear los ojos no es algo que tenga evidencia científica (aunque no creo que falte mucho tiempo para eso) como señal del orgasmo, pero si suele aparecer cuando realmente la relajación es total. Se ha comprobado que previo al orgasmo tanto masculino como femenino existe mucha tensión muscular y por tanto una vez se alcanza ese punto de excitación, el cuerpo siente tanta relajación y es allí cuando aparece la sonrisa, y según mi criterio el blanqueo de ojos. Pero vamos, que de esto seguramente saben más que ustedes que yo… #LenguajeCorporal #LenguajeNoVerbal #ComunicaciónNoVerbal #Psicología #Comunicación #VictorCanelo ♬ Sexy and fantastic chill-out R&B♪(1305840) – Ninja Muzik Tokyo
¿Y si mejor hablamos?
El placer no debería ser un misterio. Hablar sobre lo que te gusta (y lo que no tanto) no es solo válido, es sexy.
Dejar el show para la alfombra roja y conectar de verdad puede hacer toda la diferencia. No todo el mundo llega al clímax igual, ni al mismo ritmo, ni con las mismas técnicas.
Y eso está bien.
Porque el mejor orgasmo… ¡es el auténtico!
No se trata de actuar, se trata de sentir. Y si ese día no pasa, tampoco es el fin del mundo. El sexo no es una competencia ni un test que hay que aprobar con 100 puntos. Es un espacio de exploración, confianza y conexión.
Así que menos “sí, sí… ahh sí” fingido, y más “espera, probemos otra cosa” con sinceridad.