Slow sex: menos prisa, más placer (sí, también en la cama)


Vivimos a mil por hora: desayunamos en cinco minutos, respondemos mensajes mientras caminamos, vemos series en velocidad 1.5x… y a veces, sin darnos cuenta, también llevamos ese ritmo al sexo. ¿El resultado? Más presión que pasión.

Pero, ¿y si te dijeran que hay una forma de hacerle pausa al cuerpo… y que eso puede sentirse muchísimo mejor?

Bienvenido al mundo del slow sex: una propuesta que no tiene nada que ver con durar más por obligación, ni con técnicas complicadas. Se trata, simplemente, de bajarle la velocidad al momento íntimo, estar realmente presente, conectar con tus sentidos… y olvidarte del “performance”.

Aquí no hay cronómetro ni manual. Se vale mirarse más, tocar sin apuro, reírse a media caricia, preguntar qué se siente rico y hasta cambiar de idea a mitad del camino. Porque el placer no está solo en el “final feliz”, sino en todo lo que pasa antes, durante… y después.

¿Beneficios? Un montón: más conexión contigo (y con quien compartas), menos ansiedad de “cumplir” y una intimidad que se siente más real que perfecta. Porque cuando hay consentimiento, comunicación y curiosidad, el sexo deja de ser una lista de pasos y se convierte en una experiencia.

Así que la próxima vez que vayas a la cama (o al sillón, o a donde se te antoje), prueba algo radical: quitarle la prisa. Tal vez descubras que lo más hot… es lo más lento.