Con el amanecer como testigo y las canastas rebosantes de vida, la Feria del Agricultor vuelve a llenar de color y energía las plazas del país. Lo que a simple vista parece un mercado más, es en realidad una auténtica celebración de la tierra, el trabajo y la identidad guatemalteca.
Bajo los toldos, entre sonrisas madrugadoras y el aroma fresco del campo, los agricultores llegan con productos recién cosechados: frutas, verduras, lácteos y granos que muestran no solo calidad, sino historia.
Son manos campesinas las que nutren estas ferias, en las que cada cliente no solo compra, sino que conecta con su origen.
La Feria del Agricultor forma parte de una iniciativa impulsada por el Ministerio de Agricultura, Ganadería y Alimentación (MAGA), dentro de la estrategia “Una nueva siembra para el agro de Guatemala”, cuyo objetivo es fortalecer las cadenas de valor, fomentar la empresarialidad rural e incentivar vínculos comerciales sostenibles.
Estas ferias se desarrollan en distintos puntos del país, y son una oportunidad clave para que productores locales vendan directamente al consumidor, sin intermediarios, con precios justos y productos frescos.

Más que una feria, una celebración nacional
A través de estas actividades, el MAGA busca dignificar el trabajo agrícola y visibilizar el esfuerzo diario de miles de familias que dependen del agro. Y en cada rincón donde se instala una feria, se enciende también una chispa de identidad: desde el rojo encendido de los chiles hasta el blanco lechoso del maíz cocido, Guatemala se cuenta a sí misma con cada producto.
En tiempos donde la alimentación rápida se impone, la feria del agricultor rescata lo esencial: comer bien, apoyar lo local y volver al origen.
Porque detrás de cada tomate, cada manojo de cebollines o cada racimo de bananos, hay una historia de lucha, esperanza y futuro.
Una galería para saborear con los ojos