Hoy lo vemos como un feriado, pero el Día Internacional del Trabajo nació de una lucha que costó sangre.
La historia se remonta a Chicago, Estados Unidos, en 1886, cuando miles de obreros salieron a las calles a exigir una jornada laboral de ocho horas.
En aquel tiempo, muchos trabajaban hasta 16 horas diarias, sin derechos, sin descanso y con salarios de miseria.
Las protestas duraron varios días, pero el 4 de mayo ocurrió lo impensable: una manifestación en la Plaza Haymarketterminó en violencia tras la explosión de una bomba.
La represión fue brutal.
Ocho líderes sindicales fueron arrestados y cuatro de ellos ejecutados, pese a la falta de pruebas en su contra.
El juicio fue considerado un escándalo internacional.
A estos hombres se les conoce como “Los Mártires de Chicago”, y fue en su memoria que, tres años después, en 1889, el Congreso Obrero Socialista de la Segunda Internacional decidió declarar el 1 de mayo como día de conmemoración mundial por la lucha de los trabajadores.
¿Y en Guatemala?
En nuestro país, el Día del Trabajo se reconoce oficialmente desde 1923, y con el tiempo ha servido como punto de partida para marchas, manifestaciones sindicales y denuncias laborales.
Durante los años más duros del conflicto armado, conmemorar el 1 de mayo era incluso un acto de resistencia.
Hoy, más de un siglo después, la lucha sigue.
La informalidad laboral, los bajos salarios y la falta de seguridad social mantienen viva la discusión sobre qué significa tener un trabajo digno en Guatemala.
Así que antes de ver el 1 de mayo solo como un feriado, vale la pena recordar su origen: una batalla por dignidad, justicia y derechos que aún está lejos de terminar.