En un emotivo episodio del podcast “Démosle Mujeres” presentado por Banco Industrial y RCM Media, Andrea Contreras, fundadora del reconocido Festival de las Flores de la Antigua, compartió la inspiradora historia de cómo su conexión con la naturaleza desde la infancia evolucionó hasta convertirse en uno de los eventos culturales más emblemáticos de Guatemala.
“La historia conmigo y las flores creo que ha sido una conexión desde que soy chiquita”, confesó Contreras al inicio de la entrevista con Andrea Henry, conductora del podcast. Esta relación especial comenzó con una inocente pregunta que la pequeña Andrea le hacía a su padre durante sus viajes en carro: “¿Por qué no tiran semillas de flores en las montañas? En vez de basura. Y que cuando llueva, pues que florezca”.
Esta temprana preocupación por embellecer el entorno natural revela no solo la sensibilidad de Contreras hacia la estética, sino también un deseo innato de transformar positivamente su entorno, una característica que posteriormente definiría su trayectoria profesional.
La influencia familiar jugó un papel fundamental en el desarrollo de esta pasión. Contreras atribuye gran parte de su amor por las flores a su abuela Alma, quien le transmitió conocimientos sobre la historia floral de Antigua Guatemala. “Me contaba la historia de la antigua, digamos, el tipo de flores que había en los jardines antes, el tipo de rosas y que había una muy emblemática que se llamaba la rosa reina, que era una rosa blanca hermosa”, recordó con nostalgia.
Estas conversaciones intergeneracionales no solo fortalecieron el vínculo entre abuela y nieta, sino que también sembraron en Andrea un profundo aprecio por el patrimonio cultural y natural de su ciudad, elementos que más tarde se convertirían en pilares fundamentales de su proyecto más ambicioso.
Los primeros pasos de Contreras en el mundo floral fueron modestos pero significativos. Comenzó creando pequeños arreglos para familiares y amigos, lo que eventualmente evolucionó en su primer emprendimiento formal: Jellys Garden. El nombre, curiosamente, deriva de su propia infancia, cuando pronunciaba “jalea” en lugar de “Andrea”.
“Hacía experimentos en mi casa”, relató entre risas, recordando cómo una vez llenó su hogar de girasoles utilizando semillas del alimento de un loro. “Siempre como experimentando con semillas y todo. Y justo este Jellys empezó así, haciendo arreglitos con las flores del jardín”. Este enfoque autodidacta y experimental caracterizaría su aproximación al mundo floral: “Muy empírico, cero escuela de flores”, admitió.
A pesar de su pasión, el camino no fue lineal. Como muchos emprendedores, Contreras experimentó pausas y reorientaciones en su trayectoria. Durante sus años universitarios, su enfoque cambió temporalmente, aunque siempre mantuvo viva la conexión con las flores en sus tiempos libres.
El punto de inflexión llegó en 2015, durante un período de introspección personal. “En la vida de toda mujer, ¿verdad? Que empieza uno como a replantearse cosas”, reflexionó. Este cuestionamiento la llevó a reconectar con sus pasiones fundamentales: “Bueno, a mí qué es lo que me gusta, ¿verdad? Me gusta esto, me gustan los colores, me gustan las flores”.
Un viaje transformador a Brasil, específicamente a la ciudad de Holambra, fundada por descendientes holandeses dedicados al cultivo de flores, encendió la chispa creativa que necesitaba. “Estaba pasando en una etapa como de aquello que estás buscando inspiración”, explicó Contreras, describiendo cómo esta experiencia la ayudó a visualizar posibilidades que trascendían el emprendimiento individual.
A su regreso a Guatemala, enfrentó la dolorosa pérdida de su abuelo, uno de sus principales mentores y un artista que “trataba siempre de retratar antigua a través de sus pinturas, sus colores”. Este acontecimiento, lejos de desanimarla, reforzó su determinación de crear algo significativo que honrara tanto su legado familiar como su amor por Antigua Guatemala.
Fue así como en 2016, Andrea compartió con su hermana Sofía y su amigo Jorge una idea ambiciosa: crear un festival de flores. “Quiero darle ese amor que los abuelitos le han dado a nuestra ciudad a través de las flores”, les explicó, encontrando en ellos el apoyo inicial para lo que se convertiría en un proyecto emblemático.
El proceso no fue inmediato. “Pasó un año para que esto se fuera dando realidad”, reveló Contreras, ilustrando la paciencia y perseverancia necesarias para materializar grandes visiones. Esta gestación prolongada permitió que la idea madurara y se fortaleciera, sentando las bases para un evento que posteriormente transformaría el panorama cultural de Antigua Guatemala.
La historia de Andrea Contreras ejemplifica cómo la pasión personal, nutrida por influencias familiares y experiencias internacionales, puede evolucionar hasta convertirse en un proyecto con impacto comunitario. Su trayectoria desde los experimentos caseros con semillas hasta la fundación del Festival de Flores de la Antigua representa un inspirador recordatorio del poder transformador de seguir aquello que genuinamente nos apasiona.
El Festival, que comenzó como una semilla de idea en una conversación familiar, ha florecido hasta convertirse en un evento cultural significativo que no solo celebra la belleza natural, sino que también preserva y honra el patrimonio histórico de Antigua Guatemala, tejiendo así un colorido puente entre tradición e innovación.